Tras las recientes noticias del desmantelamiento de los Grupos de Montaña del Cuerpo en Roncal (CF. Navarra), Panticosa (Huesca), Tarazona (Zaragoza) y Mora de Rubielos (Teruel) no se hace sino ahondar en la falta de calidad del servicio que se presta al ciudadano que practica el turismo o deporte en la alta montaña al incrementar los tiempos de respuesta ante emergencias vitales por accidentes que se producen en dicho medio en los que la premura en los auxilios resulta vital.
Que el País sufre un problema de despoblación en el ámbito rural, es obvio (España vaciada), que hay que desarrollar políticas de seguridad que acompañen y amparen al resto de medidas adoptadas con el fin de revertir la sangría de población, poder estabilizar la misma y a la vez recuperar los índices que tenían en el pasado, parece secundario para los colectivos implicados en esta ingente tarea.
La supresión de estos Grupos de Montaña provoca el rechazo social de los municipios afectados que ven como pierden un servicio esencial.
No menos importante resulta la situación de los guardias civiles que integran dichos Grupos y a los cuales se les condena a una situación de desarraigo tras varios años de residencia en las poblaciones referidas y a los que se aboca a un futuro incierto.