Quienes llevamos más de 25 años en la Guardia Civil y vestimos el uniforme de la Benemérita bajo el mandato de Luis Roldan, pensamos que nunca íbamos a ver algo, sino peor, tal vez más perjudicial para la Guardia Civil como institución.
Luis Roldán, defraudó dinero del erario público y se enriqueció con él, dejó imágenes bochornosas para la historia, pero a día de hoy, años después de esas imágenes, ninguna de esas instantáneas hace más que perjudicar la imagen personal de su protagonista, sin significar para los miembros de la Guardia Civil, nada más que un mal recuerdo.
En los últimos años, bajo la presidencia del gobierno de Pedro Sánchez y con varios/as Directores Generales, hombres y mujeres, la imagen de la Guardia Civil, la capacidad de prestar servicio, la eficacia, el peso institucional en organismos nacionales y extranjeros, no ha hecho más que disminuir, caer en picado, con el consiguiente desprestigio de la imagen y el declive institucional del Cuerpo, que pesa y mas pesará en el futuro de la Institución.
Nunca antes hubo tanta gente destinada en los diversos negociados de la Dirección General, guardias, cabos, suboficiales y oficiales de los distintos empleos, tan condecorados y regados de productividades, así como nunca antes hubo tantos errores en la gestión de la Guardia Civil; el proyecto estrella, el SIGO, tras años de rodaje sigue sin funcionar de forma eficaz, con errores tan «de bulto» y sencillos de solucionar como cargar un acta de derechos del denunciante, un documento necesario miles de veces a diario. La plantilla activa no crece al ritmo que la sociedad necesita, sociedad que sufre nuevas modalidades delictivas, a las cuales se les da como solución, «robar» personal de seguridad ciudadana, que sin titulación, sin estabilidad ni legalidad en su destino, deben cumplir las mismas expectativas que especialidades consolidadas.
Hace años que venimos viendo como los destinos salen fuera de plazo, con errores constantes y redundantes, como esta semana, en la que el último avance ha durado publicado menos de los que duró la «república catalana»; avance que tenía errores en destinos, en el baremo de los concurrentes, pero principalmente en la propia publicación, que llenó de alegría por error a unos, de incertidumbre a otros y de desasosiego a casi todos.
La Guardia Civil se desangra, y desde la dirección se permite que jefes de Zona se vanaglorien públicamente de unos refuerzos inexistentes, que mientan a la opinión pública, para esconder que sus plantillas están más secas que el desierto del Sahara, guardias civiles que han de multiplicarse y hacer labores, que antes hacían entre tres o cuatro; guardias que antes tenían dos o tres patrullas cercanas y ahora ven como su compañero, el que va sentado a su lado en el coche patrulla, es su único refuerzo para dos compañías o para toda una isla, a la que puede llegar una patera con 15 o 30 inmigrantes de incierto comportamiento, y en ese caso no podrán recibir apoyo de nadie, o en el mejor de los casos, varias horas después.
Motoristas de Tráfico haciendo el trabajo de atestados y guardias de seguridad ciudadana, haciendo el trabajo de los motoristas. Guías caninos teniendo que acudir a Portugal para obtener certificados europeos, cuando esos mismos guías, han formado a los del país vecino, todo por mandar a un incompetente a defender nuestra especialidad ante organismos europeos, especialidad en la que hemos sido ejemplo mundial, por la desgraciada experiencia adquirida a lo largo de años de terrorismo etarra, o por ser un auténtico coladero de droga.
¿Cuándo en la historia de la Guardia Civil, se ha enviado un certificado de retribuciones erróneo, subsanando el error cuando la mitad de la plantilla ya hizo su declaración de la Renta?, pues en 2023.
La Guardia Civil, es un barco a la deriva, nadie la manda, nadie la dirige, nadie la apoya, nadie la defiende. Las plantillas de seguridad ciudadana, de tráfico, de policía judicial, del SEPRONA, del servicio marítimo, están mermadas, no dan más de sí, y parece que nadie hace nada. La oferta pública de empleo de los últimos años, aboca a la Benemérita a echar el cierre en no muchos años, y la solución inteligente es trabajar 24 horas y que solo computen 15, como en el servicio marítimo, o salir de comisión una semana, y tener un solo día libre, que las 24 horas fuera de casa, cuenten 7,5 de servicio y no se pague por ese sobreesfuerzo, como ocurre en el GRS.
La gente, mayoritariamente quiere ir destinado a una UPROSE, a un núcleo de servicios para darle a un botón durante 8 horas, e irse a casa a su hora, sin quebraderos de cabeza, o a una oficina, trabajando de lunes a viernes, sin riesgo físico, sin pasar frío ni calor, muchas veces cobrando más que un operativo que hace noches y festivos sin apenas control.
En Unión de Guardias Civiles – UniónGC unos —los creyentes— rezamos, otros —los no creyentes— confiamos en que alguien, algún día, reconozca la historia, la trayectoria, el servicio, la importancia, el prestigio de la Guardia Civil, y decida ponerla en su sitio, que no es ni más ni menos que el que la sociedad, año tras año, considera que debe tener, de acuerdo a su valoración. Eso sí, mientras rezamos y confiamos, peleamos, escribimos, acudimos a los juzgados, hacemos labor didáctica entre políticos y sociedad global, y seguimos trabajando día a día.